20.11.05

Elogio de una risa

Buscaba el magnífico alegato en favor de la risa del libro "El nombre de la rosa" de Umberto Eco, y me encontré con esta letra de una canción que no conozco, pero que supongo un tango y de la que prefiero no escuchar la melodía, porque me basta la cadencia de sus versos para bailar con la imaginación.

Tu risa me acompaña por el mundo
con un kimono azul de terciopelo,
cuando absorbo su espuma subo al cielo,
y el mar y el sol parecen más profundos.
Dejo de ser entonces infecundo,
y me transformo en ángel porque vuelo,
sin importarme los líos de este suelo,
fuera de tu reír soy moribundo
Con tu garganta de oro me alimentas,
eres alondra que al dolor ausentas,
y me invento una novia en primavera.
Cuando te llegues a mi con tu alegría
voy a gritarte compañera mía,
y oiré tu carcajada hasta que muera,
hasta que muera..
Desde mi encierro aguardo tu fragancia,
como un pibe goloso un caramelo,
porque no existe para mi consuelo
sin el jugo dulzón de tu sustancia.
Yo te huelo a través de la distancia,
más allá de los genes de mi abuelo,
porque soy medio iluso a veces suelo
sentirme todo un rey frente a tu gracia.
Los amigos dicen que exagero,
yo divago, es verdad, te soy sincero;
busco tus dientes para mis encías
Y no miento si digo: quiero verte
para bailar un tango con la muerte
sobre la alfombra de mis fantasías...


Besos en esta madrugada fría...

13.11.05

Transcribo...

Posted by Picasa Estamos buscando desesperadamente casa de acogida o adoptante para este pobre perro, atropellado, disparado. Unas chicas lo recogieron , le han costeado la operación pero no tienen donde meterlo. Por favor, si alguien tiene un huequecito que se ponga en contacto con nosotros, tenemos que ayudarle entre todos. El perrito es de tamaño pequeño y está en Madrid.Contacto: naygamor@eresmas.com 669 101 756

9.11.05

Ficción

I
El veinte de abril del año 2004,una mujer rubia y frágil subió hasta la tercera planta de unos grandes almacenes. Caminó sin vacilar hasta los colgadores de vestidos de fiesta, y apartando con seguridad las perchas eligió uno de color espliego y falda plisada, delicado como un pétalo. Fue hasta la caja, pagó en efectivo y se dirigió con la bolsa en la mano hacia la escalera mecánica. Se apoyó en el pasamanos que vibraba y cerró los ojos. El cambio de inclinación bajo sus pies la sacó de esa especie de sueño y siguió mecánicamente a la fila que cogía el otro tramo de escaleras. En la sección papelería compró un sobre de papel Manila grande y un bolígrafo azul. Al salir, el viento suave de la calle agitó el largo y liso cabello color platino. A la luz del sol sus ojos eran como aguamarinas. Cruzó la plaza y entró en el hotel grande y lujoso que estaba justo enfrente. Pidió las llaves en recepción y ya en el ascensor se apoyó contra la pared casi como si no pudiera más, como si hubiera recorrido un camino larguísimo y las piernas no la sostuvieran. Su habitación la recibió con un tenue olor a moqueta y encierro. Abrió los grandes ventanales con gesto distraído y el mismo viento que antes agitara sus cabellos le aplastó las cortinas contra el cuerpo. Se sentó delante del pequeño y oscuro escritorio y sacó del bolso un cuaderno con tapas de cuero gastadas por el uso. Escribió unas líneas en la única página que quedaba en blanco, y lo cerró de golpe con decisión. Metió el cuaderno en el sobre que había comprado y puso la dirección con letra nerviosa y ágil. Por el teléfono pidió que subiera un botones a su habitación, y cuando éste llegó le entregó el sobre y una generosa cantidad de dinero, diciéndole con voz levemente ronca y quebrada: - Por favor, lleve esto a correos y enviélo de modo que no se pierda. No sé... creo que certificado o algo así. Es muy importante, le pido que lo haga de manera inmediata. Puede usted quedarse con la cantidad que sobre del franqueo...Gracias.
Cerró la puerta lentamente al irse el muchacho y respirando hondo como si hubiese decidido un segundo paso, se dirigió a la silla donde descansaba la bolsa con el vestido y sacándolo lo extendió sobre la cama. Erguida frente a la prenda, con manos firmes desabotonó la blusa blanca que llevaba puesta, la abrió y dejó que se deslizara por los dorados hombros y la espalda antes de caer sobre la alfombra. Desabrochó los descoloridos tejanos, bajó la cremallera y cuando terminó de quitarse la ropa se quedó en sostén y bragas mirando abstraída la pared que tenía enfrente. Cogió el vestido con delicadeza y se lo puso. La melena dorada cayó sedosa y lacia sobre el espliego. Se miró en el espejo de cuerpo entero y sonrió levemente. Cuando salió a la terraza las cortinas la cubrieron como la seda cubre al capullo de una crisálida. Sin detenerse, llegó hasta la barandilla... palpó la piedra con sus delgados dedos, y dándose impulso se subió. No miró hacia abajo, sino que levantó la cara hacia el sol que estaba justo sobre su cabeza, y abriendo los brazos levantó el vuelo.