Perdí mi corazón en el centro de un complejo laberinto y no recuerdo la ruta ni existe un hilo de Ariadna que me guíe. Se comieron las migas los pajaritos y una bruja de dedos largos y huesudos me hunde el índice entre las costillas para ver si estoy a punto y descorazonada irremediablemente. La vieja se ríe quedamente, sabedora de que mi mal no tiene fin, cazadora de imposibles, solitaria y nómada hasta cuando mis huesos sean polvo mezclado con el viento.
10.2.22
Contra las cuerdas
No hay tiempo para la vida
Ahora
En que las urgencias muerden.
No hay tiempo para llorar.
No hay tiempo para despedirse,
Andenes, pañuelos, flores, tierra.
Sólo un fuego azul
y las presencias
que se van diluyendo en la memoria.
Ya no hay momentos bajo el sol
en el silencio de las siestas de verano
que nos empujen a bailar en la luz
del mundo.
Quién o qué
nos colocó contra las cuerdas?
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