Se llamaba Blanca Marques , la mató su marido y después la tiró al río.
Hoy en la manifestación contra la violencia de género me dieron un clavel rojo que llevaba en el tallo un papelito con su nombre impreso.Blanca Marques-Marit.
Os juro que al leerlo me pasó algo extraño que me conmovió profundamente: fué como si aquella mujer desconocida para mi se volviera presente, es más, yo le daba mi cuerpo, mi mano y mis piernas para caminar y gritar por ella un no rotundo al feminicidio, a la violencia ejercida contra las mujeres desde que se tiene memoria y que se manifiesta múltiple, solapada o descarnada en nuestra vida diaria.Y que culmina trágicamente en la muerte de muchas, puñados de papeles con nombres prendidos en los tallos de los claveles rojos.
Ahora, al llegar a casa y como te llevo aún conmigo, te busqué por la red,Blanca Marques y por eso sé que tenías 48 años y no cumpliste ni uno más porque aquel hombre te quebró la vida.
Te sentí presente, Blanca y por eso escribo esto ahora, para hacerte presente también a los que lo lean.
Y hago mía esta frase: si nos tocan a una nos tocan a todas.
Descansa en paz,Blanca.Yo no te olvidaré.
Perdí mi corazón en el centro de un complejo laberinto y no recuerdo la ruta ni existe un hilo de Ariadna que me guíe. Se comieron las migas los pajaritos y una bruja de dedos largos y huesudos me hunde el índice entre las costillas para ver si estoy a punto y descorazonada irremediablemente. La vieja se ríe quedamente, sabedora de que mi mal no tiene fin, cazadora de imposibles, solitaria y nómada hasta cuando mis huesos sean polvo mezclado con el viento.
25.11.17
Para todas.Nosotras
Nosotras
Cualquier día, nosotras,
a menudo invisibles
por los siglos de los siglos,
en lugar de negociar cuotas,
raciones de respeto,
y homenajes tardíos,
ocuparemos los asientos de nuestra vida
sin pedir permiso,
sin el visto bueno de la historia.
Cualquier día, nosotras, silenciadas
por los siglos de los siglos,
en lugar de comprar un libro,
un coche, un champú,
un bocadillo o un bonobús,
compraremos un mundo
y os devolveremos el vuestro.
El que habéis convertido en finca privada,
en apartheid milenario.
Y nuestro mundo
será un mundo con curvas o sin curvas,
un mundo rizado o liso,
con tacones o con zapatillas,
un mundo lleno de ríos,
de bosques, de plazas, de derechos,
todos los derechos que quepan
en nuestros bolsillos,
en nuestras cabezas,
en nuestras vidas.
Derechos cavando fosas
sobre los privilegios.
Y si los dioses de cualquier religión
vienen a instalar su franquicia de eterna culpa
o reclaman su ilegítimo poder
sobre nuestros cuerpos,
les cerraremos la puerta de la sinrazón
y haremos que coman de nuestra mano
las uvas sin ira.
Y si la tristeza saca sus uñas
de lunes lluvioso sobre los días,
haremos de nuestra comunidad
la mejor trinchera,
una trinchera multiétnica y multiética,
multigénera y multifeliz.
Cualquier día, nosotras
borraremos del diccionario
las palabras: víctima, agresión,
invisible, machista, golpes, minuto de silencio.
Cualquier día, nosotras,
en lugar de encender una vela tras cada funeral,
ocuparemos el mundo
donde volver a ser quienes fuimos,
un mundo donde no será necesario
hacerle el boca a boca a nuestras vidas.
Cualquier día, nosotras
desde nuestra ventana observaremos
el final de la violencia
como quien observa un glaciar milenario
ardiendo a la deriva
y tal vez,
tal vez os tendamos un puente.
El único puente posible para llegar al otro lado
del mundo.
El puente de la igualdad.
Cualquier día,
nosotras.
Texto de Marta Navarro García
Cualquier día, nosotras,
a menudo invisibles
por los siglos de los siglos,
en lugar de negociar cuotas,
raciones de respeto,
y homenajes tardíos,
ocuparemos los asientos de nuestra vida
sin pedir permiso,
sin el visto bueno de la historia.
Cualquier día, nosotras, silenciadas
por los siglos de los siglos,
en lugar de comprar un libro,
un coche, un champú,
un bocadillo o un bonobús,
compraremos un mundo
y os devolveremos el vuestro.
El que habéis convertido en finca privada,
en apartheid milenario.
Y nuestro mundo
será un mundo con curvas o sin curvas,
un mundo rizado o liso,
con tacones o con zapatillas,
un mundo lleno de ríos,
de bosques, de plazas, de derechos,
todos los derechos que quepan
en nuestros bolsillos,
en nuestras cabezas,
en nuestras vidas.
Derechos cavando fosas
sobre los privilegios.
Y si los dioses de cualquier religión
vienen a instalar su franquicia de eterna culpa
o reclaman su ilegítimo poder
sobre nuestros cuerpos,
les cerraremos la puerta de la sinrazón
y haremos que coman de nuestra mano
las uvas sin ira.
Y si la tristeza saca sus uñas
de lunes lluvioso sobre los días,
haremos de nuestra comunidad
la mejor trinchera,
una trinchera multiétnica y multiética,
multigénera y multifeliz.
Cualquier día, nosotras
borraremos del diccionario
las palabras: víctima, agresión,
invisible, machista, golpes, minuto de silencio.
Cualquier día, nosotras,
en lugar de encender una vela tras cada funeral,
ocuparemos el mundo
donde volver a ser quienes fuimos,
un mundo donde no será necesario
hacerle el boca a boca a nuestras vidas.
Cualquier día, nosotras
desde nuestra ventana observaremos
el final de la violencia
como quien observa un glaciar milenario
ardiendo a la deriva
y tal vez,
tal vez os tendamos un puente.
El único puente posible para llegar al otro lado
del mundo.
El puente de la igualdad.
Cualquier día,
nosotras.
Texto de Marta Navarro García
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