Pueden estar en una mochila o provenir del vientre de un avión: igualmente asesinan.
Siempre me he preguntado qué se siente siendo un jefe de estado que ordena una masacre.
También he intentado ponerme en la piel de un terrorista que deja una mochila que seguramente provocará una carnicería o que forrado de explosivos se inmola a la puerta de una discoteca o de un restaurante.
Sólo encuentro preguntas como respuesta.
¿Hay algún caso en el que una bomba esté justificada?
El que da la orden ¿elige conscientemente sentir remordimientos toda su vida porque ha optado por el mal menor?
¿O no siente absolutamente nada?
¿O se siente orgulloso?
Soy consciente de que este post es algo lineal e infantil, pero qué le vamos a hacer, una es así. Cuando ve lo que está pasando en Líbano, en Palestina, en Iraq,Israel,pues le surgen- además del cabreo, la indignación y la pena por esa pobre gente inocente- esas preguntas.
Alguien que escribe maravillosamente bien trató de ponerse en el lugar del terrorista, casi como una cámara fría relatando lo que ve el ojo del asesino mientras espera que estalle la bomba.
En un terrible y hermoso poema llamado Un terrorista: él observa,Wislawa Szymborska dice esto:
La bomba explotará en el bar a las trece veinte.
Ahora apenas son las trece y dieciséis.
Algunos todavía tendrán tiempo de salir.
Otros de entrar.
El terrorista ya se ha situado al otro lado de la calle.
Esa distancia lo protege de cualquier mal
y se ve como en el cine:
Una mujer con una cazadora amarilla: ella entra.
Un hombre con unas gafas oscuras: él sale.
Unos chicos con vaqueros: ellos está hablando.
Trece diecisiete y cuatro segundos.
Ese más abajo tiene suerte y sube a una moto,
y ese más alto entra.
Trece diecisiete y cuarenta segundos.
Una niña: ella va andando con una cinta verde en el pelo.
Sólo que de repente ese autobús la tapa.
Trece dieciocho.
Ya no está la niña.
Habrá sido tan tonta como para entrar, o no,
eso ya se verá cuando vayan sacando.
Trece diecinueve.
Y ahora como que no entra nadie.
En vez de entrar aún hay un gordo calvo que sale.
Pero parece que busca algo en sus bolsillos y
a las trece veinte menos diez segundos
vuelve a buscar sus miserables guantes.
Son las trece veinte.
Qué lento pasa el tiempo.
Parece que ya.
Todavía no.
Sí, ahora.
Una bomba: la bomba explota.
11 comentarios:
¡Buenas! Ésta es la primera vez que me asomo a este blog y... ¡me ha gustado mucho lo que voy leyendo!
Totalmente de acuerdo con tu última entrada: no importa quién ni cuándo, mueren siempre los mismos... por desgracia.
Un saludo de otr fan del Ka-tet desde el último cuarto de la Torre...
Dalia, no sé si estoy demasiado sensible o qué, pero he terminado llorando.
He podido ver yo tambien esa película, a través de los ojos del poeta y seme ha hecho un nudo en la gargante y luego me ha brotado el llanto, yo tampoco entiendo esa miseria.
Has pasado por mi blog, justo cuando dejaba un post nuevo, pero enterior a ese hay uno que me gustaría pasaras a ver en algun rato libre que tengas, porque tiene relación con tu post, sobretodo el video, que impresona pero que es necesario ver.
Un abrazo que forma eslabones.
Es terrible el endiosamiento de quienes se imbuyen fanáticamente de las ideas excelsas que colocan sobre la vida humana –sobre todas las vidas. Y así su única razón es el derecho a la legítima defensa que, incomprensiblemente alegan también los que atacan.
Si los políticos e ideólogos aceptasen las lecciones de la historia hace ya tiempo que los conflictos se solucionarían con razones y no con bombas. Quizás sólo sea cuestión de menos orgullo y más aceptar que las armas son el camino peor para la justicia.
Haces bien en juntar terrorismo y guerra: la maldad del terrorismo es la misma de la guerra, el borde torturado donde se ve claramente el dolor del inocente y la estupidez de las ideas que lo provocan.
Espléndida Szymborska. Ya antes de leer todo tu escrito se me venía ese poema a la mente.
Ojalá los que declaran las guerras se sintieran como protagonistas de la misma historia (multiplicada por mil).
Besos.
Las bombas siempre matan, pero no a los que dictan la orden de tirarlas, sino al simple pueblo llano.
Saludos
Pues eso, mi niña!! de otra que se siente niña al ver todo lo que le rodea, se hace las mismas preguntas lógicas y termina pataleando cuando los adultos no saben reponderla...
Besosssssss protesta!
De acuerdo con Noa con su comment
que hace mi dalia? TOdo bien
Veo que siempre esta con sus posts a flor de piel.
Espero que este bien, se la extrana por la mansion, siempre
PEtra
Debo ser yo también muy infantil, porque me surgen las mismas preguntas que a ti.
El poema me ha dejado espantada, no puedo creer que alguien pueda sentir esa indiferencia ante la masacre de vidas...no puedo, no, me niego a creer que no tengan siquiera una punzada de arrepentimiento. Sigo siendo ingenua...quiero serlo por mucho tiempo.
Besos, preciosa Dalia
Hola Dalia.
Gracias por tus comentarios.
El poema es impresionante, muy bueno, sobrecogedor.
Me fuí y bailabamos, cuando vengo suena la música de las bombas y del horror.
Besos.
Un abrazo fuerte para todos.***
No coincido contigo Dalia Negra, las bombas de uno y otro lado no son las mismas, de ninguna manera, no creo además que los poetas árabes que sufren una catastrofe sangrienta desde hace 60 años, hayan escritos para despertar comentarios com o "la sensibilidad del hombre es asombrosa" "de lo horrible surge o lo bello" o "muchos bssss Dalia que esto está rebueno", ningún miembro de la resistencia y la contraofensiva islámica quieren que mueran inocentes, los capitalistas europeos y norteamericanos y los sionistas sí, a los sionistas les viene muy bien que en un ataque yihadista muera un niño o una adolescente, y el argumento de que ambos bandos son iguales de última nos libera de un mayor compromiso, no son iguales, no son iguales. Puka Kuntur
Tu podrás justificar las bombas de un lado o del otro, pero la realidad no te da la razón.De uno y otro lado cae gente inocente, independientemente de que unas sean respuesta a ataques o masacres previas.No son resolutorias, además, en ningún caso.Mas bien, todos pierden.
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