5.1.24

Vértigo rojo.

Recordándote. Casi en tu aniversario.Viejos escritos en los que te rescato. 

Un sol enorme rojosandía y las colinas recortadas en negro sobre el cielo púrpuranaranjarosa y una neblina extraña cayendo sobre las viñas oxidadas que esperan la poda y yo de paquete en una moto a toda pastilla por cuestas y curvas y era como estar en Marte el planeta rojo y ser marciano, un marciano incendiado con cuatro brazos dos troncos dos cabezas con casco y dos ruedas y daban ganas de levantar los brazos y aullar porque el universo a veces es tuyo y te hace generosos regalos sólo para tus ojos.

Mas abajo, lo juro, el mar era blanco...los marcianos existen, doy fe y son felices


25.12.23

I

 Yo no sé rezar.

No puedo aprender a meditar.

No puedo hacer silencio mental.

No puedo tener fe en la inmortalidad.

No puedo creer en la trascendencia. 

No puedo superar el miedo a la muerte.

Pero si de algo sirve

me gustaría escribirte un poema

o esta cosa que me surge

mientras te pienso:

Pequeña Isa

Siete vidas de gato

Grano de pimienta

Nuestra tamagochi

Si te marchas 

habrás ganado tu cuota

(un disparate lo que te digo

pero sé que me entiendes)

de inmortalidad

perecedera, 

acorde con tu bipolaridad

en mi memoria

mientras yo viva.


22.10.23

Braceo y me hundo en los rios de sangre de este mundo

Este es un texto antiguo, cuando Darfur era un infierno olvidado por todos.
La imagen de un niño y su hermano pequeño enfermo y desnutrido me partió en dos.Pedia su siroppe...Aún duele.
Duele como símbolo de lo que la humanidad es capaz de provocar.
Cada vez más y más...


Braceo y me hundo con las imágenes de Darfur.
Recuerdo ese terrible y bellísimo poema llamado Sudánica, y pienso: más allá hay monstruos.
Más cerca, también.
Hacen que las niñas sean viejas con apenas doce años, y que las moscas vuelen sobre el vómito de Baba, que lloraba mientras mataban a su madre.
Braceo y el mar se enfurece.

El campo de rosas que me pareció ver en el horizonte se ha esfumado, trato de recordar la rosa de King, el poema de Clara Janés -su corazón era un círculo negro, y cada pétalo un nido secreto- pero de aquello sólo persiste el negro, el niño pequeño y negro que pide su "siroppe" para calmar su fiebre y su diarrea.
El infierno es una rosa seca.
Cojo aire y avanzo, detengo mi memoria en algo dulce:" Un pájaro que murió me dio un consejo:ten siempre en la mente el vuelo".
Pobre pájaro, pobre Forug Farrojzad... aquella iraní que pedía poco (o todo, según se mire) libertad, dignidad... un Regalo:" Yo hablo de la profundidad de la noche, de la abismal oscuridad. Si vienes a mi casa, amor, tráeme luz. Y una ventana para que pueda ver la felicidad de aquella calle abarrotada"
Me hundo con las mujeres de Irán, perseguidas por la ropa que llevan, pisoteadas por los hombres en nombre de Alá.
Pido ayuda a los ángeles y tal vez porque no creo en ellos no hay respuesta. Los mutilados y hermosos ángeles de la Plaza Nueva son carne inerte,bronce entre los azahares,una belleza muerta.
Estoy rabiosa y triste y los poemas se deshacen como papel viejo,polvo,ceniza.
Y no hay milagros.

17.9.23

Memoria...

 

Nómadas.

Ambos tenían las cuerdas de la música
que trepaba por la pared de piedra
como una poderosa enredadera.
Los dedos de él golpeando la madera
del violoncello
y ella al violín lanzando
su voz:
flores ardiendo en el otoño
en Barcelona.
Había ángeles mirando,
lo sé.
Y naves invisibles surcaban el espacio
buscando la gloria...
El aire estaba quieto y transparente
y sin embargo
pequeñas plumas blancas
bailaban afiebradas
y la gárgola excitada
maldecía la inmovilidad de su carne.
Los cuerpos relajados
con la tensión exacta
de la pureza
y aquel idioma extraño
que me condujo
a caminos de exilio
y a manadas de lobos
corriendo bajo la luna...
Una chica de rojo
se balanceaba en trance
mientras mis pies luchaban
por despegarse del suelo...
y llevarme, doliente,
de aquel vórtice
de luz surgido en el caos.

31.7.23

Epifanía.


 Las cigarras vibran rompiendo el silencio.

Al fondo, la cinta azul del mar.

Muy cerca, un abejorro sobre la flor de maracuyá.

18.6.23

De-solación (cada verano)

 Mordí el verano


Y era fruta pasada.

Hojalata caliente.

Carne sudada

subiendo en ascensor

a la planta de saldos.

Las adelfas del mal

desprendian perfume

bajo el ardiente sol

¿Como puede el veneno

oler tan dulce?

Entre plástico hinchable

los cayucos repletos

de sueños y de muertos

dibujaban la postal

ideal para enviar

a los amigos.

Pedí un eclipse,

una noche clemente

PARA TAPARLO TODO.