Perdí mi corazón en el centro de un complejo laberinto y no recuerdo la ruta ni existe un hilo de Ariadna que me guíe. Se comieron las migas los pajaritos y una bruja de dedos largos y huesudos me hunde el índice entre las costillas para ver si estoy a punto y descorazonada irremediablemente. La vieja se ríe quedamente, sabedora de que mi mal no tiene fin, cazadora de imposibles, solitaria y nómada hasta cuando mis huesos sean polvo mezclado con el viento.
18.7.05
Noche de verano
La noche sabe a helado de chocolate y yoghurt, y a neblina salobre que sube del mar. Seguramente, como ayer, la bruma rojiza habrá invadido la montaña borrando sus límites.
De ese modo, montaña y cielo serán un fondo único en el que brillen, suspendidas como joyas, las luces de las casas.
El hombre y la naturaleza, entonces, habrán creado nuevas constelaciones efímeras, adornos insensatos en el cuello de una giganta cósmica.
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