Hace un rato comenzó a llover mansamente , justo cuando estaba llegando a casa. Me encanta ver las aceras moteadas por las primeras gotas, y el olor del aire, de las baldosas y la tierra cuando comienzan a mojarse...
Perdí mi corazón en el centro de un complejo laberinto y no recuerdo la ruta ni existe un hilo de Ariadna que me guíe. Se comieron las migas los pajaritos y una bruja de dedos largos y huesudos me hunde el índice entre las costillas para ver si estoy a punto y descorazonada irremediablemente. La vieja se ríe quedamente, sabedora de que mi mal no tiene fin, cazadora de imposibles, solitaria y nómada hasta cuando mis huesos sean polvo mezclado con el viento.
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